martes, 15 de mayo de 2012

Diario de a bordo: Getafe, o el Día del Milagro

#SIsePUDO Real Zaragoza salvación en Getafe
Las promesas están para cumplirlas, y yo dije que si nos salvábamos, me quedaba calvo. Respeto con gusto mi palabra.

Con @javier_vegas y @NachoPablo
Incredulidad. Creo que esa es la palabra que define deportivamente mis sentimientos desde que Teixeira Vitienes pitó el final del Getafe-Real Zaragoza. El equipo aragonés ganaba su cuarto partido consecutivo y se mantenía en Primera División, después de vernos hundidos hace apenas dos meses, de haber estado en febrero a 12 puntos, casi a 15 de la salvación si no se hubiera remontado al Villarreal. Un Villarreal que por obra y gracia de Lotina ha terminado descendiendo a Segunda División. Después de haber remontado 18 puntos a un Rayo Vallecano que se terminó salvando en el último minuto. Después de haber puesto muy nervioso a un Granada que se veía ya salvado y que termina por debajo de nosotros en la clasificación. Después de lograr una gesta que nunca nadie antes ha repetido en el fútbol español y sumar una segunda vuelta de puntuación Champions (31 puntos).

Y yo estuve ahí,  en el Coliseum Alfonso Pérez viéndolo todo, igual que estuve en el campo del Levante el año pasado. Es un estadio que me decepcionó, raro y amplio, muy abierto, con poca sonoridad y nada acogedor. Pero el pasado domingo fue un estadio especial para el zaragocismo ya que lo conquistó, se apoderó de él, de casi todo, de tres cuartas partes al menos. Ahí 12mil gargantas nos preparamos para la guerra, animamos a nuestro Real Zaragoza, sufrimos y celebramos los goles con la alegría de quien vuelve de entre los muertos. Ganamos, y seguiremos en Primera.

No voy a hacer una crónica del partido, porque eso ni me corresponde ni seguramente te interese. Sólo diré que fue un mal partido de fútbol, y que el Getafe me desconcertó por su dureza y su entrega. Pero se ganó, y eso es lo que cuenta. Lo que sí voy a hacer es una crónica de la jornada, un diario del viaje, para que quede por escrito mis sensaciones y mis vivencias.


El día en Getafe
Con Redondo, Cerre y Manu, villarejos de pro
El domingo empezó con una oda a la sinrazón: ¡¡¡tocó madrugar!!! Pocas veces uno se levanta más temprano un domingo que durante la semana laboral. A las 7 de la mañana tocaron trompeta y una hora más tarde ya estaba camino de la explanada del Seminario, desde donde partían los autobuses. Camisetas blancas y avispa, banderas con el león rampante al viento, pancartas, bolsas de comida al hombro y hasta alguna reproducción en cartón de la Virgen del Pilar podían verse por ahí. No fui solo esta vez, fui con 5 amigos. Cuatro de mi pueblo, El Villar de los Navarros, un amigo periodista y otro amigo antiguo compañero de Bachillerato.

El viaje de ida fue un poco aburrido. Había que guardar fuerzas para la importante jornada. Cuando llegamos a Getafe me quedé confuso. Pensaba que Getafe era un pueblo humilde, pero al llegar solo vi chalets, unifamiliares y un entorno de un nivel que no suponía. Di que Getafe es grande, e igual da la casualidad de que solo la zona de los alrededores del estadio tiene esa categoría, pero no lo esperaba así.

Cuando desembarcó la marea blanquilla los getafenses nos miraban incrédulos, sorprendidos porque en un solo desplazamiento haya más aficionados del equipo rival que abonados tiene el equipo de su pueblo. El autobús nos dejó en el espacio Ambar, una explanada con música en directo y cerveza ¡qué más se puede pedir! Sí, una cosa, que hubiera sombra.
Con @chrisgaudioso antes de entrar al Coliseum

Comimos de bocata que traíamos de casa y hablando y descansando estuvimos haciendo tiempo hasta las 17h30, cuando emprendimos marcha rumbo al estadio. Era muy divertido ver como cada persona que te encontrabas sin camiseta del Real Zaragoza se te acercaba para venderte entradas o abonos del Getafe. Sin embargo no fue nada divertido lo que pasó en el camino. A escasos cinco metros delante de nosotros un desalmado arrojó desde un balcón agua con lejía, hiriendo a un aficionado del Zaragoza que levantó la cabeza y cayéndole en los ojos dejándolo rojo, llorando y gritando que no veía nada. Miré hacia arriba y pude ver a un niño riéndose y que terminó luego escondiéndose cobardemente. He de decir que no es el único niño maleducado que me enervó, ya que otros niños nos gritaban "A Segunda" desde los balcones o incluso alguno a pie de calle. Siempre niños, los adultos nos deseaban suerte y se portaron con deportividad.

La afición se volvió loca con su equipo. Salvados!
Dejando de lado temas desagradables, a las 18h15 más o menos llegó el autobús del Real Zaragoza. La recepción no fue tan espectacular como en el campo del Levante, donde había una larga avenida para poder recibir a los jugadores. Aquí apenas eran unos metros hasta que giraba al estadio. Pero aún así volvió a ser digno de la ocasión. Los jugadores hacían fotos y grababan videos desde el interior de un autobús que rotulaba "SI SE PUEDE". A partir de ese momento y durante las siguientes horas, no cesaban de escucharse cánticos de apoyo al Real Zaragoza.

Y entramos al estadio. Un estadio que ya he calificado como raro y que francamente me decepcionó. No hicimos caso de nuestra butaca y nos fuimos a primera fila, a un corner, esperando que los jugadores marcaran goles en nuestro fondo y fueran a celebrarlo ahí. Y los goles terminaron llegando en nuestro lado, pero no lo celebraron en nuestro corner.

Los jugadores lo celebraron como el milagro que es
Estaba "sentado" (en realidad estaba de pie, o subido a la valla) junto a la salida de la ambulancia y los medios de comunicación, y tenía a pocos metros a Aragón TV y sus colaboradores: Pedro Luis Ferrer y sobre todo Andoni Cedrún, un fenómeno al que la afición vitoreó y que se acercó a nosotros. Me terminó firmando la entrada.

Durante el partido sufrí mucho. La primera parte estuve con la radio pero tras el descanso me centré en nuestro partido, consciente de que si nosotros ganábamos lo demás no importaba. Celebré por todo lo alto el gol de Apoño, y el de Postiga como la culminación del milagro que vivimos, pero en realidad lo que más canté fue el gol del Atlético de Madrid. Me acaba de volver a poner la radio cuando lo escuché y trasladé la noticia a la grada. En ese momento íbamos 0-1 y el Getafe había tenido una clara ocasión en la bota de Güiza, pero el gol del Atleti nos permitía incluso aceptar el empate. La alegría se desbordó y casi al instante llegó el gol de Postiga y el gol en Vallecas. La fiesta entonces estalló y continuó en el Coliseum  durante más de media hora. Los jugadores fueron los primeros en volverse locos y celebrar la permanencia como la gran hazaña que es, dieron la vuelta al ruedo, lanzaron sus camisetas y mantearon a Manolo Jiménez mientras la afición le felicitaba por "sus cojones".
Jiménez cumplió su promesa y bailó jota en el Pilar

Cuando los jugadores entraron al túnel de vestuarios la afición emprendió el éxodo de vuelta a los autobuses. Una odisea también fue conseguir botellines de agua a la salida del estadio, aunque al final encontramos un bar que nos vendió agua... caliente. El viaje de vuelta a Zaragoza fue una alegría inmensa, la culminación con éxito de una temporada de muchísimo sufrimiento. La primera hora de trayecto el autobús número 6, en el que yo iba, cantó todas las canciones que nos sabíamos y alguna improvisada, como "El año que viene el Huesca al Madrigal". Luego el bus se quedó dormido. El día había sido muy duro, pero había merecido la pena.

Que sí, que se pudo, que estamos en Primera.

1 comentario:

  1. Muy bueno tu escrito, casi se puede decir que he estado en Getafe entre vuestras llamadas y este relato

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