martes, 23 de febrero de 2010

Eurovisión: Daniel Diges

La representación española en Eurovisión me decepciona cada año (salvo cuando fue el Chikilicuatre, que me pareció el mejor toque de atención a la sociedad española y a la vez consiguió reengancharnos al festival). Pero este año la cosa tiene mejor tiempo. Daniel Diges ganó la gala de Destino Oslo y nos representará en Eurovisión con su canción "Algo pequeñito", una canción que en su momento no me llamó la atención pero que ayer consiguió conmoverme. Para empezar Danies Diges, actor y cantante, demostró que la cámara le quiere y se desenvolvió con soluta y simpatía, ganándose desde el primer momento al público que estaba en sus casas. Y además, aunque pueda parecer banal, es guapo, lo que seguro que le hará ganar puntos en Europa. 
Respecto a la canción es un dulce y algo infantil vals, que pese a que al principio es monótono se rompe al final de una manera sublime. Todo esto va acompañado de una divertida y original puesta en escena, recreando el Cascanueces, algo que llamará también la atención en Oslo. En resumen es una canción más para ver que para oír, más teatral que otra cosa, pero que puede ser efectiva.

Yo ya hago mi pronóstico, Daniel Diges dejará a España entre los 10 primeros.

De vuelta a casa

Hace ya más de 20 días que regresé a Zaragoza, a mi ciudad, a mi casa. Atrás dejo cinco meses de Erasmus con nostalgias agridulces. Sinceramente creo que podía haberlo aprovechado aún mejor, pero el tiempo es un asesino silencioso y sigiloso que te amodorra y cuando quieres despertarte tu futuro es el pasado y el presente es confuso (qué poético me ha quedado, jeje). 

Si en algo le pongo un pero es en el plano académico. Agradeciendo ante todo a Facultés Universitaires Saint Louis su trato cercano y amable, creo que esa manera de enseñanza en Bruselas me supuso un conflicto. La FUSL es una Universidad de las clásicas, con clases para 100 alumnos y profesores que solo llegan, sueltan la charla y se van. Pero hay dos cuestiones que me supusieron un serio revés, la primera es que en Bélgica no pude estudiar nada relacionado con mi carrera, así que académicamente lo considero que han sido 5 meses algo inútiles. Así mismo me llevé una desagradable sorpresa al comprobar que los exámenes eran todos orales salvo uno. En España nunca había hecho un examen oral y no estaba preparado para ello. Te sientas en una mesa delante del profesor y empieza a soltar una retahila de preguntas en idioma extranjero que tienes que interpretar y responder en el momento, sin tiempo para pensar o rectificar. No obstante las calificaciones han sido positivas: dos sobresalientes en Francés y en Introduction to the Culture of the English-Speaking World, dos aprobados en Ethics & Economy y en Social Anthropology of Law and Culture, un suspenso en Socio Anthropologie du Symbolique y un no presentado en Introduction to the Law and EU Institutions.

Otra nota desagradable ha sido comprobar que Bruselas, la capital de Europa, es una ciudad muy por debajo de cualquier ciudad española en mi humilde opinión. A parte de que el clima la hace una ciudad más fea de lo que probablemente es, ya que ahí casi nunca he visto el sol, sus calles son sucias, sus gentes extrañas y son pocos los bonitos monumentos que pueden embellecer la ciudad. La conciencia y la mentalidad de algunos de sus habitantes me ha resultado incluso vomitiva por momentos, y tamaña multiculturalidad la hace una ciudad demasiado heterogénea para mi gusto, sin una identidad propia. No existe una Bruselas, sino que cada calle, cada persona, es de su madre y de su padre.

Ahora me voy a centrar en otros aspectos mucho más positivos. 

Si bien académicamente he dicho que ha sido una experiencia más bien frustrante, ello no quita para que pueda haber adquirido elementos importantes para mi futuro. A parte de mejorar mucho mi nivel de inglés y de francés, he aprendido a ser independiente, a no tener miedo a socializarme en un país extranjero, a saber desenvolverme en lo ignoto. También he podido viajar, conocer mundo, conocer sitios maravillosos.

Pero con lo que más me quedo y agradeceré siempre es con la oportunidad de haber conocido a gente expléndida. Españoles, italianos, húngaras, polacas, franceses, alemanes, eslovacas, etc. Nuestra residencia era una Torre de Babel donde cada uno teníamos nuestra lengua pero al final todos nos entendíamos. He conocido a payasos, a librepensadoras, a soñadoras, a ambiciosos, a apasionadas, a viajeros... pero sobre todo he conocido a amigos, que si bien se que Cronos irá haciendo de las suyas impidiendo tener un trato cada vez más cercano, se que, al menos por mi parte, todos y cada uno de esos compañeros míos, van a tener un amigo y una casa en Zaragoza que les recibirá por siempre con los brazos abiertos.