viernes, 7 de mayo de 2010

Punset

La semana pasada una buena amiga me informó de que Eduard Punset, ese grandioso cráneo privilegiado, iba a estar en Zaragoza firmando libros e impartiendo una conferencia sobre su nuevo trabajo: Viaje al Poder de la Mente.

A parte de que Punset es una personalidad a la que admiro y escucho, tengo la afición de coleccionar cosas, objetos, etc. Pero especialmente me place tener libros firmados y dedicados por los autores.

Después de esperar unos 20 minutos entré en la sala de firmas. Por cierto, con mucha suerta, ya que se cerraron las puertas segundos después de que entrara yo, ya que la cola era larguísima y el tiempo escaso.
Estaba nervioso y como siempre me sudaban las manos. Querría haberle preguntado algo a Punset, haber podido tener unos minutos de actividad cerebral, pero me pidieron premura y me limité a decir que el libro era para mi y si me lo podía dedicar. Le comenté que estudiaba publicidad y al instante su mano empezó a escribir una dedicatoria tremenda que prometo tener como bandera. Le di la mano y me fui. 

La letra era un tanto ilegible, pero al final descifré el jeroglífico. La dedicatoria simplemente dice:
"HABLA, Y SOBRE TODO, PREGUNTA A LOS DEMÁS"

Me costó unos minutos entender el porqué, pero ahora me parece de una simpleza y una fuerza brutales. Quiero entender que la frase no es casualidad, que no es una parábola que he interpretado como me convenía, sino que me ha brindado un sabio consejo.
En la Publicidad, y en general en todo lo relacionado con la comunicación, ya sea periodismo, relaciones públicas, etc. lo que solemos hacer es actuar cuanto antes y desentendernos. Los periodistas escuchan y cuentan, los publicistas ven y actúan, los publirelacionistas saben y hacen. ¿Pero cuándo preguntamos? Para que un trabajo realmente salga casi siempre bien, lo fundamental es siempre tener un terreno de partida bien abonado, y para ello es fundamental haberlo estudiado y haberlo preguntado. Preguntar antes. Preguntar el por qué, para qué, para quién, y el cómo, cuándo, dónde. Pero también preguntar después. Solo si hay un estudio previo y un estudio posterior, el paso intermedio es el correcto sin tener que recurrir a la suerte o al azar. Solo si antes de hablar has preguntado, y solo si después de hablar preguntas, sabrás que lo que has dicho es correcto o estaba bien planteado, y que el mensaje se ha captado como tu pretendías. 

Caso del velo islámico

... Reconozco que el tema que voy a abordar ahora me rebosa en cierta manera, no se como posicionarme, sinceramente. Será cosa de la juventud, las opiniones aún no están bien formadas... o tal vez sea que el caso es tan novedoso que tengo que hacer una lucha interna conmigo mismo para ver qué mentalidad acepto.

La cuestión es que hace unos días hubo un tenso debate social alrededor de un caso de una joven menor de edad, española, que acudía a clase en un colegio de Pozuelo de Alarcón con el velo islámico. Las normas del colegio son que ningún alumno puede estar en clase con nada que le cubra la cabeza o el rostro, véase gorra, palestina hasta la nariz, pamela o boina.

La niña, musulmana de origen marroquí, se negó a obedecer la norma porque afrenta a sus convicciones religiosas... ¿la niña? ¿o tal vez, como creo yo, se utilizó ese hecho para que la sociedad islámica disputase un nuevo pulso a España? Lo cierto es que la niña sufrió mucho, como reconocían sus amigas, mientras su padre se propagaba por los medios gritando "¡Escándalo! No hay libertad de creencia". Y a la par las mezquitas madrileñas eran un hervidero de indignación. 

Me pongo a reflexionar y me cuesta valorar una opinión. Sobre todo me ha confundido más el hecho de intentar extrapolar este caso para aislarlo del contexto islámico, por si influyeran en mí algunos prejuicios.

Por un lado yo, como persona católica, pido que se me respete a mi y a mis tradiciones. Y desde esa posición veo que la gente que sigue la doctrina islámica, la mayoría de ellos muy respetuosos con su religión (lástima que algunos se excedan en su interpretación), tenga derecho a seguir sus tradiciones de culto en España siempre y cuando se limiten a la libertad individual. Desde esta óptica pues pienso que se debería permitir que en cualquier espacio una persona pudiera adoptar decisiones individuales siempre y cuando no sean demasiado radicales. Es decir, jamás permitiría que en cualquier espacio, público o privado, una mujer tuviera que soportar llevar burka, por mucho que ellas luego defiendan que lo hacen por convicción y en libertad. Es denigrante y hay que abolirlo. O tampoco permitiría que fuera a clase un chico que se pone chinchetas en la cabeza, porque atenta contra su propia salud.

No obstante ¿hasta qué punto hay libertad individual en el hecho de que una niña de secundaria lleve velo, y no es una consideración impuesta por sus padres o entorno? 

Desde esta óptica considero mi opinión final. Dejemos libertades individuales, pero limitémosla. Especialemente los menores de edad, pero todo el mundo en general, debe regirse por las normas sociales que construyen la Sociedad. Si esta chica quiere realmente llevar velo, que lo lleve, pero en clase se lo quita si esas son las normas establecidas. No se está menospreciando su religión, se está aplicando una norma, ni más ni menos.

Para evolucionar como sociedad se han tenido que hacer concesiones, y una de los factores que ha sido siempre más restrictivo para el hombre (entiéndase como hombre/mujer) ha sido la religión. No en sí la religión, doctrina de incuestionable valor, sino la interpretación y sobre todo la sumisión a ella. 
La religión debe ser para mi un espíritu de libertad de conciencia por el que cada individuo tiene la libertad de alcanzar por él mismo al Dios que busca. Todo lo demás, lo que se impone, lo que se obliga, debe desaparecer.
En Occidente, hace pocos años, la religión seguía dominando a los hombres, pero el cambio llegó cuando alguien se negó, y se completó cuando la gente empezó a reirse de Dios. Se quitaron los crucifijos de las escuelas, las mujeres no tenían que llevar más velo (recuerdo que también ha existido el velo católico, nuestras abuelas lo llevaban), y la sociedad abrió la mente hacia una libertad real e individual que es el gran logro del siglo XX.

En el año 2010, al menos en España, la sociedad ha vencido a la religión, pero no debe considerarse la religión católica exclusivamente. No seamos buenistas, ninguna religión puede ahora reivindicarse por encima de la ley o la costumbre social en España. Por ello creo creer que mi posición es que no hay que hacer concesiones a las religiones, ni al Islam ni a ninguna, si es un estado laico el que se promueve me parece bien, pero que no se convierta esto en una venganza histórica contra la Iglesia católica y se esté dando manga ancha a otras confesiones. Las normas se han establecido, se cumplen y punto. 

La religión es un sentimiento y una devoción perfectamente asumible en lo privado, en lo íntimo. Y no solo eso, sino que entendiendo la religión así quienes realmente creen tienen un valor añadido, porque lo hace auténtico, y no se limita a un dejarse-llevar por la costumbre general o someterse a. 
Al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios.