El Congreso de los Estados Unidos ha hechado atrás un plan que todos intuíamos aprobado, más aún cuando Bush consiguió reunir en La Casa Blanca a Obama y McCain para conseguir que acariciaran el acuerdo (tras un primer movimiento torpe de McCain).
Este plan podía parecer algo rocambolesco pero en mi opinión era necesario. Ahora muchos bancos, instituciones de crédito o empresas financieras se van a ver abocados a la quiebra y la desaparición. Los bancos ya no van a prestarse créditos entre ellos ni se los van a conceder a empresas o particulares. Las bolsas se seguirán hundiendo(hoy la mayor caída en puntos de la historia del Dow Jones). Los particulares no podrán acudir a préstamos para pagar los gastos que se les acumulan. Y las empresas tampoco. Muchas empresas cerrarán o tendrán que hacer recortes. Para ello muchos trabajadores serán despedidos o verán rebajados sus salarios. Otra opción para las empresas es aumentar el precio de sus productos. Al final todo esto va a derivar a una gigantesca inflación de orden mundial.
"La libertad económica significa libertad para tener éxito y libertad para fracasar" citaba Mike Pence, congresista por Indiana. Y realmente ese es el espíritu del capitalismo. La propuesta de Bush era socialista: que el Gobierno ejerza control sobre el mercado.
Sin embargo en este caso las dimensiones se magnifican. No se trata de ayudar a una empresa para que no fracase sino de ayudar a todo un sistema para que no se hunda, ayudar a todo un pueblo para que no se vuelva a instaurar en la Gran Depresión de 1929.
Y la gente se preguntará ¿se han vuelto locos los congresistas? Bueno, tal vez.
Primero quiero puntualizar, por si alguien se ha extrañado, que el Congreso americano no funciona igual que el español porque allí no existe la disciplina de partido y cada miembro es independiente aunque pertenezca a un partido.
La verdad es que, una de las respuestas que pueden servir para dar coherencia a esta nube de desconcierto, es que en menos de un mes, con las elecciones a presidente, también se va a renovar el Congreso. Por ello muchos congresistas quieren guardar su asiento ante la impopularidad del plan en un amplio sector de la población (el que tiene la vida resuelta y no quiere contribuir con su dinero a solucionar los problemas de otros).
Otra explicación puede ser que el plan de Bush, concebido por el secretario del Tesoro, Henry Paulson, daba grandes poderes a este último. El secretario del Tesoro de EEUU podría decidir cuándo y dónde comprar deudas incobrables.
Pero lo que más puede aclararnos es conocer el resultado de la votación: 228 votos en contra y 205 a favor del plan de Bush. De ellos los demócratas han sido quienes más lo han respaldado, por extraño que parezca. Los republicanos, los partidarios de Bush y McCain, son quienes han rechazado el plan en un número de 2/3. ¿Por qué? Fácil, los respublicanos más conservadores son partidarios del capitalismo puro. Nada de intervenir. Si el mercado se hunde, por sí mismo reflotará y aparecerán nuevas empresas. Sólo es cuestión de tiempo. Que las empresas débiles desaparezcan y se mantengan las fuertes.
El peor final para Bush... y el final para McCain
Ahora los líderes políticos americanos quedan muy tocados, muchísimo. Incluso Obama.
La peor parte se la lleva Bush. Tras 8 años claramente polémicos, con muchas más sombras que luces (ahora hasta los estadounidenses se dan cuenta de su incompetencia), firma su despedida con un nuevo y grave manchón. El proyecto de reflote económico que venía preparando con sus asesores, que tanto había anunciado y del que había hablado maravillas. El proyecto que tenía el apoyo de Obama y McCain, los dos candidatos a La Casa Blanca (para Bush era fundamental conseguir su apoyo... pero más fundamental hubiera sido el apoyo del Congreso). El proyecto que... de momento es historia salvo milagro en la segunda ronda de votación.
Bush deja a su candidato la crisis económica más grave desde la Gran Depresión del 29. Y el principal culpable de esta crisis ha sido el propio Bush quien, cuando entró en el 2000, cogía una situación ecónomica magnífica tras el gobierno Clinton. Pero sus no políticas económicas y sus derroches bélicos han conducido al país a la ruina y, por ende, al resto del mundo.
Obama también va a sufrir ligeras consecuencias. 90 congresistas demócratas han votado en contra de un plan que él había apoyado como algo 'inevitable'. Sin embargo la respuesta calmada y serena de Obama es su mejor escudo, mostrándose sorprendido pero confiando en que este plan u otro salgan a flote par sanar la economía estadounidense.
Pero McCain... este hombre es un kamikaze político. En cuanto se ha enterado se ha puesto nervioso y ha empezado a echar la culpa a los demócratas (cuando sólo un 33% de los demócratas han votado en contra por un 66% de los congresistas republicanos). Su propio partido le ha dado la espalda a Bush y a él mismo. Porque si recordamos, en una primera reunión no hubo acuerdo porque McCain se opuso. Cuando se llegó a un acuerdo los asesores del veterano de guerra dijeron que este se había producido gracias al buen hacer, la experiencia y las reformas propuestas por John McCain. Pues bien, este superplan que habían querido presentar no sólo como el plan de Bush sino como el plan mejorado por McCain, ha fracasado. Y con ello ha fracasado McCain, que, esta es otra, la semana pasada canceló su campaña para centrarse en buscar soluciones de emergencia a la crisis.
El fin absoluto de Bush, el fin de McCain y las puertas abiertas al próximo presidente de los Estados Unidos: Barack Obama.