miércoles, 7 de mayo de 2008

Película: ¡OLVÍDATE DE MÍ!

ENSAYO CRÍTICO

¡Olvídate de mí! es una tragicomedia romántica estadounidense de 2004 dirigida por Michel Gondry, ideada por Charlie Kaufman y protagonizada por Jim Carrey y Kate Winslet. La película consiguió el Oscar al mejor guión original en 2005 y dejó maravillada a los críticos de cine.

En ¡Olvídate de mí! Joel (Jim Carrey) se enamora de Clementine (Kate Winslet) y comienza una relación de altibajos que termina de forma dramática cuando Joel se entera de que Clementine le ha borrado de su memoria. El golpe supone un trauma para él y decide reaccionar de la misma manera y ponerse en manos del Dr. Howard Mierzwiak (Tom Wilkinson). Sin embargo durante el proceso de desmemorización Joel redescubre su amor por Clementine buceando en los buenos y malos momentos de su relación e intenta sin éxito paralizar el proceso. La irónica providencia hace que ambos se reencuentren y vuelvan a enamorarse, pero esta vez hallan unos documentos que prueban ya habían mantenido una tortuosa relación en el pasado.

La peculiaridad de esta comedia romántica con tintes de drama es su cuidado y original guión que juega con el espectador hasta el punto de transmitir la misma incertidumbre, confusión y desmemoria que sufren los protagonistas. La trama de la película no es lineal, sino totalmente invertida. La historia se nos presenta al revés, con continuos cambios de espacio y tiempo, y el principio de la película es también el final. Es un montaje expresivo que apela a la inteligencia del espectador y le obliga a pensar para mentalmente clarificar la realidad de la historia. Sin embargo los guionistas incluyen varias pistas para que el público las relacione y les sea más sencillo unir la secuencia para descubrir lo ocurrido.

Por ejemplo la escena de inicio de la película es así mismo una de las escenas finales. Aparentemente Joel está despertando un día normal, y no hay nada extraño en ello, pero más adelante descubrimos que ese es el primer día de su nueva vida, tras haberse sometido al proceso de desmemorización para olvidar a Clementine.

Segundos después, al salir de casa, Joel encuentra su coche rallado y deduce que es culpa del automóvil que está aparcado a su lado, sin embargo no recuerda que fue la propia Clementine la responsable del desperfecto tras volver borracha una noche y haber chocado con una boca de incendios.

En la estación de tren Joel siente una corazonada y cambia de destino. En el pueblo al que viaja se reencuentra con Clementine, a quien no reconoce, y durante su conversación la chica le pide que no cante un fragmento de Huckleberry Hunt, una famosa canción que incluye su nombre. Pero Joel dice no conocerla. Buceando en sus recuerdos descubrimos que en su primer encuentro Joel le cantó esa canción, pero también la había olvidado.

En definitiva es una película muy psicológica que, pese a las pistas, obliga a reflexionar al espectador para que ordene mentalmente las secuencias cronológicamente. El filme también cuestiona la propia condición de lo real y lo irreal.

La película es en sí surrealista, ya que se dan situaciones demasiado casuales, irónicas o poco creíbles. Esto es precisamente lo que le dota de cierta comicidad, aunque no tanta como la que podría suponerse por la presencia de Jim Carrey, un actor de comedia comercial que ha demostrado que también puede adaptarse al drama, con una interpretación expresiva que transmite fuertes emociones. Kate Winslet tampoco le va a la zaga y hace una excelente caracterización de la particular y excéntrica Clementine.

En cuanto a elementos formales la película juega con cambios constantes de lugar y tiempo. Por ejemplo hay una secuencia en la que Joel va a la biblioteca donde trabaja Clementine y ésta no le reconoce porque se había sometido a la desmemorización. Entonces se da un salto temporal y espacial hacia delante, justo al momento en el que descubre que Clementine le había olvidado voluntariamente. El cambio se da de forma peculiar porque se apagan las luces de la biblioteca conforme Joel camina hacia la salida, y una vez pasada la jamba aparece en el cuarto de estar de la casa de unos amigos. Este vanguardista método es repetido a lo largo de la película.

Similar es la manera en la que se plasma el olvido, porque una forma de demostrar cómo se derrumba el laberinto de su memoria es mostrando escenarios que también se derrumban o elementos que desaparecen de manera instantánea.

Hay otro elemento trascendente en la película y que llama la atención del espectador: la permuta del color de pelo de Clementine. A lo largo de la película la chica aparece con tres colores diferentes: verde, naranja y azul, que además se adaptan a su estado anímico y al grado de relación con Joel. Cuando ambos se conocen Clem tiene el pelo verde, en el momento álgido de su relación se tiñe el pelo de naranja (por eso Joel le llama cariñosamente mandarina), y en el tortuoso final y el olvido su pelo se vuelve azul, color que mantiene hasta el final de la película. Este colorido elemento también ayuda al espectador a organizar la historia.

El color del pelo de Clementine también llama mucho la atención por los tonos fríos y apagados que dominan la película, hasta el punto de que son varios los paisajes nevados y helados que aparecen. En los instantes en los que se recuerdan escenas de playa, normalmente parajes soleados y luminosos, el ambiente es de tormenta. Incluso cuando mezcla recuerdos aparecen en una playa nevada lo que es una metáfora de la confusión que le impregna su mente. Es un reflejo de la dualidad de su relación, de los momentos cálidos y fríos, de las alegrías pero con fondos tormentosos por los que han pasado.

En definitiva ¡Olvídate de mí! ha conseguido merecidamente el Oscar al mejor guión original ya que es una tragicomedia romántica, psicológica y vanguardista impactante que tiene una pretensión de trascender y obligar a reflexionar al espectador para componer su propia realidad de la historia.

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