El Apartamento es una tragicomedia estadounidense de 1960 dirigida por el celebérrimo Billy Wilder y protagonizada por Jack Lemmon, Shirley MacLaine y Fred MacMurray. La película fue galardonada con tres Oscar a la mejor película, al mejor guión original y al mejor director, y es considerada como una de las grandes obras cinematográficas del siglo XX.
El filme narra la historia de C. C. Buxter (Jack Lemmon), un empleado que trabaja en una compañía de seguros en el barrio neoyorkino de Manhattan y cuya máxima ambición es crecer laboralmente en la empresa. Para ello no tiene problemas en conceder numerosos favores a los superiores y les presta su apartamento para que acudan allí con sus conquistas. Al final la dedicación da fruto y le proponen para un ascenso. Sheldrake (Fred MacMurray), director de Recursos Humanos, descubre el motivo de tan repentina promoción pero éste, en vez de tomar medidas, exige permiso para entrar en el reparto del apartamento y llevar ahí a su amante. Pero Buxter termina descubriendo que ésta no es otra que Fran Kubelik (Shirley MacLaine), la guapa y joven ascensorista de la que está enamorado. Al final la trama entra en una espiral de secretos, riesgos, mentiras y promesas que termina con Fran y Buxter dándose cuenta de que viven en un mundo que no les pertenece.
El Apartamento es una película que habla de las personas, de una nueva forma de vida que surgía a finales de los 50 en los países occidentales, esa manera de vivir que luego se llamaría estrés dentro de una sociedad tan burocratizada en la que al final los individuos se alienan y en la que no tiene importancia la abeja sino el panal. Y esta realidad se presenta de forma sublime ambientada en uno de los centros económicos mundiales como es Nueva York (por aquel entonces con ‘solo’ ocho millones de habitantes) aunque el propio director reconoció que “podría ser cualquier ciudad… salvo Moscú”. Dentro de ese barullo y el bullicio general existe un trabajador realmente ambicioso que hace lo que sea para ascender dentro de su compañía, aunque en ello se deje la dignidad. Wilder refleja fielmente las consecuencias de ese estilo de vida: la soledad, la confusión, la crono-dependencia, la comida preparada o la explotación laboral, a la que se le unen elementos siempre morbosos como la infidelidad, la honestidad, la ignorancia, el secretismo o la mentira.
Billy Wilder conjuga en 125 minutos la comedia (sobre todo sugerida por un lúcido Jack Lemmon), el melodrama, la sátira, la farsa, la crítica, la psicología y el esperpento. Como si de Luces de Bohemia se tratase, Wilder se viste de Valle-Inclán y presenta un mundo caótico y exagerado que termina resultando cómico pero a la vez dramático y esconde un trasfondo de crítica social. Como muestra, hay una escena en la que C. C. Buxter conoce en un bar a una mujer y terminan emborrachándose y bailando de una forma muy extraña, mejilla con mejilla. La situación parece cómica, pero no lo es y esconde un trasfondo de frustración, confusión y sufrimiento.
Siguiendo con el guión de El Apartamento Wilder se aleja de la demonización social del tercero en discordia en una relación, del que es causante de una separación o un divorcio matrimonial. En esta película quien desempeña ese papel es Fran Kubelik, quien en realidad se presenta como una joven romántica, enamorada, que no quiere estropear una relación y que al final se deja engañar con falsas promesas de divorcio.
En cuanto a elementos formales es llamativa la presentación casi teatral. Toda la película se desenvuelve, en general, en planos enteros, planos conjuntos y planos americanos. Llama la atención que no hay presencia, o es mínima, de panorámicas, planos detalles o primeros planos. También es de reseñar la habitual aparición de largos fundidos, como queriendo dar un respiro al espectador entre tanto caos burocrático y psicológico.
En la película existen tres elementos con una enorme fuerza expresiva:
- La llave: la llave del apartamento es el instrumento que va pasando de mano en mano mediante un sistema de reparto de tiempo que organiza Buxter para contentar a sus superiores. Pero este elemento no es intrascendente porque cada vez que Buxter presta su llave está prestando también su dignidad, permitiendo ser pisoteado y extorsionado a cambio de alcanzar su meta de ascender laboralmente en la compañía y llegar, cuanto antes, al piso 27.
La llave también tiene un uso importante al final de la película cuando Sheldrake le exige de nuevo la llave a Buxter y éste se niega, entregándole una llave que no es la suya, sabiendo que ese gesto supone su despido de la empresa. Recupera la dignidad que tantas veces había entregado. Ahora la dignidad es suya y se la queda él.
- El espejo roto: la ascensorista Fran Kubelik, en una secuencia, se mira al espejo de mano roto y dice: “me gusta mirarme en él, porque veo cómo me siento”.
El valor simbólico de este elemento es importante. En ese espejo roto se miran los tres protagonistas: el ejecutivo sin moral, el trabajador ambicioso y la chica romántica. Refleja el doble aspecto de sus rotas vidas. Además el espejo protagoniza uno de los momentos de guión más ejemplares porque gracias a ese singular objeto Buxter descubre algo que va a marcar el desarrollo de la historia y algo que el espectador ya sabía desde hacía un rato. El maestro Hitchcock definió el suspense como algo que conocía el espectador y desconocía el personaje
- El juego de cartas: cuando Fran está en reposo tras una grave ingestión de medicamentos Buxter le propone jugar a las cartas para entretenerla. Sin embargo el juego no termina porque la muchacha se queda dormida.
Pero al final las cartas vuelven a cobrar una gran importancia en un único y llamativo plano final entre ambos personajes. Esta vez quien lleva la iniciativa de jugar es Fran en un final anticlimático: Buxter le declara su amor y ésta contesta “calle y reparta”. Un final cómico en una película dramática.
El Apartamento no deja de incluir elementos cinematográficos clásicos como la referencia a algo ya mencionado o visto. A parte de la escena del espejo también existen otras referencias como cuando al final del filme Fran asegura que le enviará una tarta a Sheldrake por Navidad, haciendo alusión a un comentario que había hecho antes Buxter sobre lo que hace con una antigua novia suya.
También podemos apreciar en El Apartamento un guiño a la película de Casablanca. El local al que acuden Sheldrake y Kubelik para encontrarse está ambientado con música en directo de un pianista de color, en clara referencia al famoso pianista Sam de la película de Michael Curtiz.
En definitiva El Apartamento es una película clásica que está marcada en la historia del cine como aseguran también quienes más saben, los críticos, que valoran de forma muy positiva esta producción de 1960. Por poner algunos ejemplos, en palabras de José Luis Garci, productor, director, guionista y crítico de cine, “Billy Wilder fue el mejor guionista de su tiempo y El Apartamento una de las grandes obras urbanas de la historia del cine” y Eduardo Torres Dulce (El Mundo) asegura que “es una de las mejores radiografías de la condición humana”.
Eduardo Torres Dulce, Cowboys de Medianoche, Cadena Cope
ResponderEliminarNo se si este comentario me lo ha dejado el propio Eduardo Torres Dulce o alguien me especifica cuál es su actual situación. Si me lo ha dejado Eduardo, es un honor que usted haya visitado "Soliloquios de un noctámbulo", espero haber hecho una crítica interesante.
ResponderEliminarSi no es usted, bueno, en cualquier caso muchas gracias por pasearse por este blog y dejar un comentario.