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No sé qué va a ser ahora de "La Rosa de los Vientos", porque al igual que el franquismo no se podía entender sin Franco, "La Rosa de los Vientos" no se puede entender sin el virtuosismo y la genialidad de Juan Antonio Cebrián, pese a que tenga muy buenos ayudantes. Sin embargo la mejor forma de honrar su memoria es continuar su obra y hacerla más grande.
Cebrián era un amigo de sus oyentes, como él mismo pretendía. Él era mi prototipo de locutor, un hombre con distintos registros que sabía adaptar a la circunstancia, un hombre culto que sabía trasmitir como nadie. Sus pasajes de la historia, los cuales tengo todos descargados, era un mundo abierto a la imaginación y el recuerdo y como si de una película se tratase te trasmitía con la palabra la grandiosidad del Imperio Egipcio, la opulencia de la corte borbónica o los horrores de las guerras mundiales. Su zona cero era un halo de intriga que te envolvía y te enganchaba a conocer más y más hasta poder desentrañar el misterio.
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Juan Antonio, con todo el dolor del mundo te digo adiós y te pido para que, desde arriba, a tu modo, sigas reconfortando a tus oyentes en las horas más intempestivas. Despídete de nosotros como siempre contento y feliz como una lombriz, amigo y compañero nuestro Juan Antonio Cebrián. Descansa en paz, grande de la radio, erudito de la historia, capitán y amigo.
¡Fuerza y honor!
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