Por favor, se lo ruego, no quiero seguir sufriendo. Permítanme la eutanasia, mátenme, asesínenme, no quiero seguir con esta angustia. El Zaragoza me duele, me duele mucho.
No se por qué razón, por qué broma del cruel destino, mi corazón se volvió blanquillo hace cuatro años. Me vino de repente un día de marzo de 2004 cuando el equipo de mi ciudad ganó una Copa del Rey al todopoderoso Real Madrid en una final épica.
Es una enfermedad extraña que me ataba en el alma al Real Zaragoza sin darme cuenta, sin que se me dejase elegir. Simplemente me ataba.
Al principio lo toleraba porque de vez en cuando por esta enfermedad era feliz, incluso mi corazón se sentía orgulloso de sentir esta infección algún domingo.
Pero la enfermedad empezó a ocasionarme problemas. Un día mi corazón estuvo a punto de explotar de dolor y vergüenza. Ocurrió justo cuando el Real Zaragoza perdió una Copa del Rey en el Bernabéu ante un equipo del que no me quiero acordar y con un resultado que prefiero olvidar.
Sin embargo durante el siguiente año no volví a tener dolor, todo fue felicidad y alegría. Mi corazón volvía a sentirse orgulloso de ser blanquillo.
Pero el dolor ha vuelto, ha vuelto muy fuerte, a vuelto para matar. No puedo explicarlo pero me estoy muriendo cada fin de semana. Han habido días en los que he sufrido enormemente y me he sentido cadáver.
El verano había sido emocionante, ilusionante, y creí que esta enfermedad me iba a traer aún más gloria. Pero no fue así. El dolor fue progresivamente creciendo desde el inicio de la temporada. Pero mi primer ataque grave vino un día de otoño en Zaragoza cuando mi equipo se convirtió en la vergüenza de Europa cayendo ante el Aris Salónica. Mi corazón blanquillo lloró durante días.
A partir de entonces el dolor fue continuo e irremediable cada semana. Durante varios meses no tuve ni un día de respiro o de alegría. Cuando llegaba algún día en el que podía respirar el aire estaba infectado y podrido. Mi segundo ataque vino ya en 2008 cuando el Real Zaragoza tiró vergonzosamente la Copa del Rey ante el Racing de Santander.
Hoy he tenido otro ataque fuerte, quizás definitivo. Durante varios minutos hemos estado a dos puntos de la salvación. Ahora estamos en puntos de descenso por milagro del Athletic (gracias vascos) a dos puntos del siguiente clasificado. Aún no estamos oficialmente en Segunda División pero nos ahogamos y no podemos respirar. Y yo voy a morir si esto sigue así.
No puedo aguantar más, arráncadme este corazón blanquillo. No quiero seguir sufriendo, no quiero seguir muriendo, no quiero seguir con esta vida. El Zaragoza me duele hasta morir. Borradlo de mi vida. Sólo quiero vivir tranquilo, en paz, y si puede ser, feliz.
No se por qué razón, por qué broma del cruel destino, mi corazón se volvió blanquillo hace cuatro años. Me vino de repente un día de marzo de 2004 cuando el equipo de mi ciudad ganó una Copa del Rey al todopoderoso Real Madrid en una final épica.
Es una enfermedad extraña que me ataba en el alma al Real Zaragoza sin darme cuenta, sin que se me dejase elegir. Simplemente me ataba.
Al principio lo toleraba porque de vez en cuando por esta enfermedad era feliz, incluso mi corazón se sentía orgulloso de sentir esta infección algún domingo.
Pero la enfermedad empezó a ocasionarme problemas. Un día mi corazón estuvo a punto de explotar de dolor y vergüenza. Ocurrió justo cuando el Real Zaragoza perdió una Copa del Rey en el Bernabéu ante un equipo del que no me quiero acordar y con un resultado que prefiero olvidar.
Sin embargo durante el siguiente año no volví a tener dolor, todo fue felicidad y alegría. Mi corazón volvía a sentirse orgulloso de ser blanquillo.
Pero el dolor ha vuelto, ha vuelto muy fuerte, a vuelto para matar. No puedo explicarlo pero me estoy muriendo cada fin de semana. Han habido días en los que he sufrido enormemente y me he sentido cadáver.
El verano había sido emocionante, ilusionante, y creí que esta enfermedad me iba a traer aún más gloria. Pero no fue así. El dolor fue progresivamente creciendo desde el inicio de la temporada. Pero mi primer ataque grave vino un día de otoño en Zaragoza cuando mi equipo se convirtió en la vergüenza de Europa cayendo ante el Aris Salónica. Mi corazón blanquillo lloró durante días.
A partir de entonces el dolor fue continuo e irremediable cada semana. Durante varios meses no tuve ni un día de respiro o de alegría. Cuando llegaba algún día en el que podía respirar el aire estaba infectado y podrido. Mi segundo ataque vino ya en 2008 cuando el Real Zaragoza tiró vergonzosamente la Copa del Rey ante el Racing de Santander.
Hoy he tenido otro ataque fuerte, quizás definitivo. Durante varios minutos hemos estado a dos puntos de la salvación. Ahora estamos en puntos de descenso por milagro del Athletic (gracias vascos) a dos puntos del siguiente clasificado. Aún no estamos oficialmente en Segunda División pero nos ahogamos y no podemos respirar. Y yo voy a morir si esto sigue así.
No puedo aguantar más, arráncadme este corazón blanquillo. No quiero seguir sufriendo, no quiero seguir muriendo, no quiero seguir con esta vida. El Zaragoza me duele hasta morir. Borradlo de mi vida. Sólo quiero vivir tranquilo, en paz, y si puede ser, feliz.
la verdad es k la cosa pinta muy mal, y no kiero llorar como lo hize cuando bajaron no hace tanto, el recurdo esta muy presente y subir de nuevo a primera tal y como esta el club, sobre todo economicamente sería una utpía. toca rezar y muxo...
ResponderEliminardiego weber