Eran casi las 11h20 de la noche del 24 de enero de 2012 cuando España entera botó de alegría como solo la Selección española podía lograrlo. El CD Mirandés, equipo humilde de Miranda de Ebro, escuadra que milita en la tercera categoría del fútbol español, marcaba en el 93' un precioso gol cabeceado por Caneda para clasificar a su equipo a las semifinales de la Copa del Rey. Lo hacía empujado por una ilusión que yo creo que compartía gran parte de los aficionados al fútbol, y no por desear ningún mal al RCD Espanyol, sino por descubrir que el fútbol tiene magia, que los milagros existen y que hasta el equipo más humilde puede alcanzar la gloria.
Fue hace varios meses cuando el CD Mirandés empezó la Copa como la empiezan los equipos modestos, con resignación más que con ilusión, donde no pasa nada si quedas pronto eliminado porque así tienes la oportunidad de centrarte en la Liga. Y así el Mirandés empezó eliminando a la SD Amorebieta. Luego se enfrentó a la Balompédica Linense y también le eliminó.
Y entonces es cuando empezaron a ver la Copa con los ojos de la ilusión. Sabían que si pasaban la siguiente ronda, se enfrentarían a un Primera. Y el Mirandés eliminó al Logroñés, y le esperaba en la siguiente ronda el todopoderoso Villarreal. Y tras no pasar del empate 1-1 en Anduva nadie esperaba que la ilusión del equipo burgalés siguiera viva en el torneo del KO. Pero el Mirandés fue al Madrigal y ganó 0-2. Impresionante. Estaban en octavos.
Y en octavos tuvieron que enfrentarse a otro Primera: el Racing de Santander. Y volvieron a maravillar a España ganando 2-0 en Anduva y arañando un empate 1-1 en El Sardinero. Estaban en cuartos.
Y en cuartos se desataba la euforia. Se enfrentaban al Espanyol y en la ida, en el minuto 85 del partido disputado en Cornellá, el Mirandés ganaba por 0-2. Pero 5 minutos fatídicos para ellos y mágicos para los pericos, le dieron la vuelta al resultado hasta el 3-2 pareciendo romper toda esperanza de glorias mayores. Y lo mismo parecía ocurrir en la vuelta, cuando al poco de empezar la segunda parte el Espanyol marcó el 0-1. Anduva se quedó muda unos segundos para después volver a gritar y animar. No se rendían. Y ese espíritu de lucha numantina lo protagonizó su mejor hombre, Pablo Infante, logrando un golazo desde fuera del área que colocaba el 1-1 con mucho aún por jugarse. Un gol más clasificaba al Mirandés. A partir de ahí fue todo empuje para el equipo humilde, y un cagómetro disparado para el Espanyol. Y en el minuto 93 del partido, el mismo minuto en el que el Mirandés encajó en la ida el 3-2, el dios del fútbol se paseó por Anduva. Falta a favor del Mirandés que cuelga Pablo Infante y Caneda, sólo dentro del área en un fallo defensivo del Espanyol, cabecea de manera magistral para colocar el balón en el fondo de las mallas. Era el 2-1 y Anduva tuvo el mayor éxtasis que se ha visto ese campo. Era el 2-1 y España entera botó del sillón para cantar gol. Era el 2-1 que clasificaba por tercera vez en la historia (Logroño 1932 y Figueres 2001) a un equipo de tercera categoría para disputar la semifinal de la Copa del Rey. Era el 2-1 que demostraba que los sueños son alcanzables, que los milagros existen y que los humildes pueden lograr la gloria.
Ahora el CD Mirandés va a jugar el partido más importante de su historia ante el Athletic Club de Bilbao en las semifinales de la Copa del Rey. No será fácil eliminar a los de Bielsa, pero España, que digo España, el mundo enteró estará animándoles, porque su victoria será la nuestra, la de los soñadores y los ilusos. El CD Mirandés solo debe seguir jugando como sabe y desear la suerte. ¿Por qué no podríamos ver a los de Miranda de Ebro en la final de la Copa del Rey? Tal vez es mucho soñar, pero en esto de soñar el Mirandés tiene derecho.
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